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miércoles, 31 de julio de 2013

Las dos manos del mundo

Nací siendo zurdo, y nunca nadie me dijo que mi vida sería más complicada debido a eso. Desde muy  pequeño comencé a sentir las consecuencias de hacer mis oficios con una mano diferente a la de la mayoría.
Recuerdo borrosamente que cuando estaba en Kinder me sacaron al tablero y me hicieron escribir las vocales con una tiza. A medida que lo hacía (con la mano izquierda), el puño y el antebrazo fueron borrando las letras ya escritas, y cuando terminé de hacer la “u”, solamente quedaban sobre el pizarrón vestigios del yeso blanco con el que escribía.
Yo no entendía muy bien a dónde habían ido mis vocales, y todos los demás niños de la clase se reían de mi cara de sorpresa. Después descubrí que mi brazo izquierdo siempre estaba sucio con tiza blanca.
Pensando que lo mismo ocurriría en mi cuaderno, comencé a escribir las vocales de derecha a izquierda, pues no quería que al acabar mis planas, no tuviera nada sobre las líneas de mi cuaderno de ‘Superman’.
Por mucho tiempo escribí al revés, o sea de derecha a izquierda, y hoy, con 35 años de vida, todavía al escribir, una que otra frase me sale de esa manera, y sólo me entero cuando regreso a leer lo que he hecho.
En mis años de colegio tuve muchos inconvenientes por el hecho de escribir con la mano “equivocada”, como decían muchos. Sacarle punta a mis colores era toda una odisea, ya que el sacapuntas no funcionaba para mí, y me tocaba girar los lapicitos de manera contraria y haciéndoles mucha fuerza. Ahora bien, conseguir un pupitre para izquierdos era como encontrar aquella aguja en el famoso pajar, y me tocó acostumbrarme a escribir en uno derecho y terminar con un lumbago en la espalda y en el cuello. Cortar papeles con las tijeras derechas era otra travesía, al igual que escribir en un cuaderno argollado donde me estorbaban cada uno de los aros metálicos.
Con el paso de los años me fui acostumbrando a vivir en un mundo diseñado para otros (los derechos), aunque no he dejado de hacer daños, quebrar cosas, y actuar diferente a los diestros. Pero es que realmente no es fácil adaptarse a un universo derecho, cuando no lo eres. Inclusive llegué a tener una profesora que me pegaba en la mano izquierda y pretendía obligarme a escribir con la derecha, pero mi madre se enteró y la puso en su lugar.
Es que ser zurdo era visto por algunos como un defecto, o tal vez siglos atrás como una obra del infierno, y hoy se mantienen expresiones tales como: ‘Me levanté con el pie izquierdo, o si me pica la mano izquierda perderé dinero”, como si la izquierda representara mala suerte (y no me refiero a la política).
El mouse del computador a la derecha, y la cuerdita supremamente corta que no alcanza a llegar al otro lado; sentarse a cenar y darle codazos todo el tiempo a quien está a tu izquierda; abrir una botella de vino con el sacacorchos que gira al contrario; mover la palanca de cambios de un auto con una mano que no es tu preferida; abrir la nevera y las puertas de las alacenas, abrir una lata de sardinas; llegar a una casa de campo y querer tocar la guitarra de tus amigos (lógicamente no acondicionada para ti); prender tu auto; dar un apretón de manos con tu mano derecha, entre mil otras actividades que no podemos hacer como queremos y que al hacerlas al contrario cometemos algunos errores. (Yo muchísimos)
-Es que eres muy torpe-, me dicen constantemente, pero pocos entienden que mi torpeza tiene una razón especial, que me cuesta aún manejar a la perfección la mano derecha, y la mayoría de artículos en este mundo no están diseñados para quienes no lo hacemos.
Cada noche llego a mi casa con el dedo anular izquierdo sucio de tinta de lapicero, porque a pesar de que hoy en día todos escriben en computadores, yo tengo que usar papel y bolígrafo en cada momento para que mis ideas fluyan. Esta manchita en mi dedo ya es parte de mí, la llevo conmigo hace 35 años, y espero poder llevarla otros 35 más.
La comunidad zurda en el planeta está calculada en aproximadamente el 10%, y aunque hoy ya existen tijeras para nosotros, sacapuntas, reglas, cuadernos, cuchillos, tazas de café, y muchos otros artículos más, siento que mi torpeza no disminuye. ¿Será que me acostumbre a ella como a vivir en un mundo de derechos?
Así que si te saludo con mi mano izquierda, no creas que soy un mal educado, es solo que me niego a acostumbrarme totalmente a ser como el 90% del mundo.

2 comentarios:

  1. Amigo somos un 10% con algo que nos caracteriza y que de una u otra forma nos hace más inteligentes, xq tenemos que pasar roncha para adaptarnos jejejejejeje.....según los zurdos conquistaremos el mundo....un abrazo

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  2. es por eso que eres tan inteligente y especial... jajaja y torpe!!

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