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viernes, 19 de julio de 2013

El viernes no es como lo pintan!

La noche del viernes está comenzando. Como por arte de magia los ánimos y la energía perdida tipo miércoles o jueves, renacen instantáneamente cuando el sol se esconde. En las últimas dos horas he recibido cerca de 20 llamadas de conocidos que me invitan a tomarnos unos tragos, o a una fiesta allí, o una comida allá.
-Estoy trabajando hasta un poco más de las 10 de la noche, pero al salir de aquí voy un rato-, les he dicho a todos, mientras ahora me pregunto cómo haré para desplazarme a tantos sitios, y muy adentro de mí, sé que no terminaré yendo a ninguna parte.
La motivación que inspira un viernes en la noche es incomparable. Todos hacen planes, todos sonríen, todos tienen mejor humor, mejor disposición (de irse de la oficina). Y como culparlos, si es que este día genera una magia especial en el ambiente que nos lleva a un viaje mental a otros universos de descanso, de disfrute, de relax.
Miro el reloj y observo que todavía me faltan más de dos horas para que suene mi reloj de viernes diciéndome: 'Estás libre hasta el lunes", y ansioso vuelvo a mirarlo, pero me doy cuenta que no ha avanzado sino unos segundos.
De un momento a otro, uno de los señores que hace el aseo en el edificio, entra a mi oficina con una aspiradora ruidosa, y me saluda. Luego me pide permiso y comienza a limpiar la carpeta de una manera cuidadosa y poniendo esmero en cada pedazo, pues según él se acumula mucho polvo en la alfombra.
Nos ponemos a charlar un poco, y me dice que es nuevo en este trabajo, en esta ciudad, e inclusive en este país. Alberto me dice que llegó a Estados Unidos hace 8 meses procedente de Cuba, y que ahora está feliz porque su esposa y su hijo de 14 años acaban de llegar de la isla.
-Ahora estamos todos juntos, y ya eso es demasiado para mí-, aduce él, mientras sus ojos alumbran con un brillo de agradecimiento con la vida.
Alberto me cuenta que este es su segundo trabajo, ya que durante el día parquea carros para una compañía de renta de vehículos en el aeropuerto.
-Trabajo 6 días a la semana, y en las noches limpio este edificio-, me explica con un gesto de felicidad.
Muchas personas en su condición se estarían quejando de tener tanto trabajo, de madrugar inclusive los sábados, de trabajar los viernes hasta la media noche, o quizás más; pero no es el caso de Alberto, ya que él, -un inmigrante que busca un mejor futuro para su familia-, está agradecido por poder estar en una tierra de libertad y oportunidades.
¿Te puedo tomar una foto y hablar de vos en mi blog?-, le pregunto.
Tras su mirada extrañada, me pregunta ¿qué es un blog?, y ¿para qué quiero una foto de él?

Le explico mi propósito, y accede sin entender aún muy bien a quién le importaría saber sobre su vida.
 

Luego se despide en un apretón de manos y continúa su trabajo en el inmenso edificio.
Mientras muchos de nosotros estamos pendientes de salir del trabajo para ir a rumbear, a ver amigos, a tomarnos unos tragos; otros como él, dan las gracias por tener un trabajo, sin importar el horario, o los sacrificios que tengan que hacer.
No pretendo que nadie piense que descansar o disfrutar de nuestros fines de semana sea malo, en absoluto, sino que a veces solamente observamos a quienes están mejor que nosotros, y nos olvidamos de todos aquellos que batallan para tener una vida digna.
Seguramente esta noche después del trabajo también iré por ahí de viernes social, y en silencio brindaré por Alberto y su futuro. Salud para todos.

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