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martes, 23 de julio de 2013

Un abrazo verrugoso!!

Uno de los recuerdos más latentes de mis primeros años de vida, es el de un hombre que se sentaba en una calle de mi ciudad a pedir limosna. Lo que verdaderamente recuerdo de aquel sujeto, es que su cuerpo estaba cubierto de verrugas. El pobre hombre enseñaba públicamente su torso desnudo, y puedo jurar que fácilmente tenía más de mil de estas pequeñas verruguitas. Era tan impresionante el estado en que se encontraba, que sin decir palabra alguna lograba recaudar una buena cantidad de dinero diariamente.
Cada vez que yo pasaba de la mano de mi madre, fijaba mi miope vista en el cuerpo de aquel señor, y sin evitarlo, un escalofrío recorría mis extremidades.
La imagen de aquel extraño individuo se quedó en mi mente para siempre.
Los años pasaron, crecí, salí de mi país, hice una vida diferente, pero tengo que confesar que muchas noches soñé con aquel hombre y sus verrugas.
En mis pesadillas constantes, el tipo este se acercaba a mí para darme un abrazo. Afortunadamente despertaba antes de que el hombre lograra pasar sus verrugas por mi cara.
Hace solamente unos meses, mi pesadilla pasó a un plano que nunca imaginé.
Una mañana cualquiera desperté con un malestar en un dedo de mi mano derecha. Para el medio día el malestar se había transformado en un diminuto granito que me picaba, y dos días después, aquel granito comenzaba a adquirir la diabólica forma de una verruga.
Mi primera reacción fue asociativa. Por un momento pensé que aquel sujeto de mis pesadillas había compartido conmigo un pedacito de su sufrimiento, pero mi hermana me dijo que dejara de ser idiota, que eso era imposible.
A pesar de las amorosas palabras de mi hermana, yo seguí creyéndo que el verrugoso me había pegado una verruga. La sugestión se apoderó de mi a grado tal, que en cuestión de tres semanas mi mano derecha estaba llena de verruguitas. Unas se posaban en la parte inferior de mis dedos, otras en mis coyunturas, y el resto como Pedro por su casa, en donde les daba la gana.
Ahora el verrugoso era yo. El monstruo de mis pesadillas se comenzaba a apoderar de mi cuerpo. Decidido entonces a cortar de raíz la extraña mutación, visité un médico.
-Tienes verrugas-, afirmó el especialista.
-¿No?, menos mal se dio cuenta, porque de lo contrario nunca me hubiera enterado-, le contesté sonriendo.
Entonces el doctor me miró enfadado por mi comentario y me dijo que había que quemarlas.
-Pues quémelas-, respondí.
-Te va a doler-, advirtió, sin entender que lo que me estaba mortificando era la imagen de un hombre que conocí en mi infancia.
-Tranquilo doc, yo resisto el quemón-, argumenté sin saber lo que me esperaba.
Luego el viejo médico me inyectó la anestesia dentro de los dedos. El tembloroso doctor me chuzó en cinco ocasiones, y en cada una de ellas recordé en silencio a su progenitora. Una vez el galeno comprobó que mi mano estaba dormida, procedió a quemarme las verrugas con un cauterizador.
Como emulando la malvada época de la inquisición, el verdugo inició su propia cacería de brujas. Yo era la bruja en este caso.
Una a una fue quemándome las verrugas que se apoderaban de mi mano. El olor a carne chamuscada invadió el pequeño consultorio médico. Me dio hambre, pero al mismo tiempo la anestesia desaparecía, y comencé a experimentar un fuerte dolor.
Imaginé cómo quemarán las llamas del infierno (aunque no crea en tal), y me pregunté si don Sata anestesia a sus víctimas antes de cocinarlas.
-Ya hemos terminado-, me dijo el sudoroso médico, quien había realizado un trabajo perfecto. -¿Te duele mucho?-, preguntó.
-No mucho-, respondí, al momento en que una lágrima resbalaba por mi nariz de bruja.
El galeno me envolvió todos los dedos con gasas, y me aconsejó tomarme un par de días libres en mi trabajo.
Luego regresé a mi casa, quemado como una bruja, envuelto en gasa como una momia, y con el espíritu del verrugoso de mi ciudad.
Desde esa noche, no he vuelto a soñar con el hombre de las verrugas que conocí cuando era niño. Ahora sueño con un primo chiflado que mi abuela tenía en el manicomio. ¿Se me estará pegando?

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