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sábado, 2 de febrero de 2019

La solución es vomitar

Y en medio de un callejón cualquiera, decido detenerme un momento y ver salir el sol tras la montaña de mis recuerdos, esa que yace intacta en los ojos de quienes tienen la suerte de presenciarla a diario. Pero yo ya me he ido, y ahora, ese paisaje primero, el único que conocí por muchos años, es tan solo un vestigio de un verde que no da mayor esperanza. En definitivas cuentas, ya no me acuerdo bien de lo que veía desde mi ventana en mi ciudad natal; y de esa misma forma he olvidado otras nociones básicas de mi primera vida, esa que ya no tengo.

Mudé mi primera piel cuando decidí salir del país muchos años atrás, y me hice fuerte a través de los golpes, y sufrí de soledad, de tristeza máxima, y los planes rosas se transformaron en realidades grises, y tuve que nadar contra la corriente y tragar mucha agua, pero no me ahogué. Por el contrario, salí a flote y respiré un aire nuevo. 

He tenido varias vidas en una sola; es como si mi destino se empeñara en convertirme en un comodín de baraja, y sin proponérmelo tenga que enfrentar guerras no buscadas y luchar por mi vida. Yo solo quería escribir, y vivir de estas letras confusas, pero pocas veces las cosas funcionan como las quieres, y por eso, me ha tocado ser muchos en uno, y ser ninguno en todos. He sido protector de sombras en una playa, pintor de recuerdos ajenos, torero de líos y faldas, precursor de bares de mala muerte, constructor de implosiones, pirata en barcos sumergidos, redactor de recursos sin causa, suplente de extras en una escena que jamás salió al aire, corredor de bolsa de  supermercado, y en fin, muchos otros oficios que intento retocar con alegorías y tintas al narrarlos, para que suenen un poco más interesante de lo que realmente fueron.


Lo que sí es interesante es la manera en que las olas de la vida nos mueven de un lado a otro, y nos enseñan que no hay nada fijo, que nada es absoluto, que tenemos que estar preparados para lo desconocido y aprender a ser divergentes para sobrellevar las sorpresas que de seguro vendrán. Así que el reto es uno solo enmarcado en varios pasos: Prepararnos para lo incierto, fomentar la creatividad como salvavidas, y no aferrarnos a nada, pues todo está en constante movimiento; y si al final del día el mareo es muy fuerte, pues se vomita y ya.