Translate

viernes, 15 de noviembre de 2013

Jugué a la ruleta rusa!!

Recuerdo que un ex novio de mi hermana perdió la vida jugando a la ruleta rusa hace más de 20 años. Después me di cuenta que se encontraba borracho junto con varios de sus amigos, y que todos desafiaban la muerte con un revólver viejo y una única bala, la que terminó incrustada en su cabeza.

Creo, si mi memoria no me falla, que después escuché que un actor reconocido en Estados Unidos se había volado los sesos en el mismo jueguito, y pensé: ¿Por qué no jugaban mejor cartas, o a la botella, si querían algo más exótico?

El hecho es que jamás comprendí cómo alguien pueda jugar con ponerse un arma en la sien y halar el gatillo, esperando que el proyectil no atraviese su cráneo, pero tampoco juzgo a quienes osan estas prácticas extremas.

Precisamente hoy me acordé del ex novio de mi hermana, debido a que hace pocos minutos decidí ir a la tiendita que se encuentra cerca de mi oficina a comprar algo de comer.

Al salir del edificio, escuché el trinar de cientos y cientos de pajaritos que volaban sin dirección sobre los árboles frondosos que adornan el área, y que se posan exactamente sobre el andén en el que debía transitar.

Muchas personas caminaban por la misma acera, pero comencé a notar que los alegres pajaritos comenzaban a lanzar sus excreciones sobre los descuidados transeúntes.

Me detuve sin pensarlo, al ver que un hombre se frotaba la cabeza al sentir que algo le había caído del cielo, y no era maná precisamente.

El sujeto se miró la mano sucia, y no sé el por qué, pero después se olió los dedos, para comprobar que un pajarito lo había usado de inodoro público.

Más adelante, dos mujeres que se contorneaban como modelos de Victoria Secret, también fueron víctimas de los alados pichones, y una de ellas pegó un grito agudo al darse cuenta que su vestido de viernes había quedado grabado con la marca de un diseñador aéreo.

Ahora yo me encontraba en la mitad de mi camino, y debía tomar la decisión de continuar o devolverme, a sabiendas que en ambas direcciones los pájaros podrían regalarme un suvenir de fin de semana.

-Esto es como jugar a la ruleta rusa-, pensé, acordándome entonces de aquel excuñado olvidado hasta ahora.

Un misil cayó a milímetros de donde me encontraba analizando mi próximo movimiento, así que decidí proseguir hacia la tienda con velocidad, anhelando que mi camisa blanca permaneciera del mismo color.

Un niño que venía de la mano de su madre, fue la próxima víctima. La caca de un pajarito cayó justo sobre el centro de su cabeza, en un acto tan lleno de precisión que inclusive ni el ave con más puntería lo hubiera hecho tan perfecto.

El pequeño se llevó una manito a la cabeza para comprobar lo que su mamá ya sabía: Un baño de agua caliente lo esperaba en su casa.

Llegué ileso a la tienda, compré algo de comer, y comencé mi camino de vuelta sobre la misma calle peligrosa.

Ahora lo único que puedo decir, es que agradezco dos cosas: haber puesto días atrás una camisa extra en el baúl del carro, y que los elefantes no vuelen.

Buen fin de semana para todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario