Translate

domingo, 7 de octubre de 2018

El nacionalismo no está de moda.

Qué equivocados estamos cuando nos enorgullecemos al extremo de nuestros países de origen. Asumimos que somos mejores por el hecho de haber nacido en un lugar determinado, sin considerar por un momento que el lugar donde primero respiramos es un accidente de la vida, y que bien podría haber sido una pequeña ciudad en India, o una villa sueca. 

Nos damos ínfulas de ser más por el hecho de tener un acento diverso, o porque los ancestros fueron una raza altiva y fuerte de ojos claros y dinero en sus arcas. Incluso es 'normal' en nuestras sociedades enfermas y manipuladoras, una segregación de nacionalidades que se transforma con frecuencia en discriminación geográfica. 

Septiembre por ejemplo, fue el mes de la Herencia Hispana en Estados Unidos, una sana celebración donde se destacan los valores  y tradiciones de la cultura hispana y el aporte de la misma a una nación diferente; pero en los cientos de comerciales y campañas publicitarias, se comete un error constante a mi entender, y es la sobrevaloración del orgullo nacional, generadora de un ego improcedente por el simple hecho de ser ciudadano de un país determinado.

Con frecuencia escuchamos frases tan triviales como:

"Yo soy del mejor país de América Latina", o "menos mal somos colombianos, argentinos, canadienses, mexicanos, y no de un país como.."; y motivados por pajazos mentales inculcados en ideas sectarias que solo aumentan la brecha de división entre todos, vamos por la vida vistiendo imposiciones retrógradas que no nos identifican plenamente con el mundo actual, y además nos dividen como raza humana.

Y es que una cosa es identificarnos y aceptar con dignidad nuestras raíces, amar nuestras tradiciones, asumir con orgullo quiénes somos y de dónde provenimos, y otra muy diferente es cegarnos ante la idea de que nuestros terruños son el alfa y el omega del planeta, y que no hay mejor lugar en el espacio que el sitio donde nacimos.
Yo me pregunto con objetividad: ¿Acaso no debemos estar orgullosos es de haber salido adelante con la labor honesta, con el sacrificio y el esfuerzo de nuestros viejos, con el trabajo arduo y sin tener que pisotear la dignidad de otros, con el empeño constante a pesar de las dificultades que se viven en todos los países? 

¿No tiene incluso más valor ser buenos seres humanos a pesar de haber nacido en cualquier lugar del mundo? ¿Debemos estar orgullosos de nuestros políticos de turno que se enriquecen con el patrimonio de nuestros países y que consolidan a su beneficio clases sociales donde las injusticias preponderan? ¿Vale la pena incluso una discusión sobre qué país debe generar mayor orgullo?

Yo soy colombiano de nacimiento, y siempre llevo conmigo las enseñanzas de mi familia, el recuerdo de mi infancia, la influencia de muchos años allí, la nostalgia que genera estar lejos de los lugares y las personas que amo; pero no puedo taparme los ojos y aducir que todo es una maravilla en el país, porque no lo es ni en Colombia ni en ningún otro. 

Hay mil defectos en las sociedades de cualquier país (en unas más marcadas que en otras), como también gente buena y noble, con corazones dispuestos siempre a ayudar, y no implican esos defectos o cualidades estar ligados a una nacionalidad determinada, porque de lo contrario todos en un pueblo serían iguales.

Es importante estar orgullosos de quienes somos, de aceptar nuestros países con la frente en alto asumiendo los problemas que conllevan, de trabajar por ellos para que sean mejores, de aprender lo bueno que tienen otros y tratar de implementar estas fortalezas en los nuestros, de entender que un país no nos hace mejores, lo que realmente nos enaltece es la manera en que tratemos a los otros, sin importar de dónde provengamos.

Abramos nuestra mente y nuestros brazos a otros, a los que vienen de lejos, a los que tienen otras costumbres, a quienes intentan tanto como nosotros tener una vida tranquila y procurar un mejor futuro para los suyos. Asumamos como nuestros a quienes dignifican la vida en el planeta a través de la humildad, la perseverancia, la honradez, la compasión, el amor por el prójimo, los buenos actos, la tolerancia, la amabilidad, y no solo por ser compatriotas.


El nacionalismo arraigado en preceptos antiguos no está de moda, y solo conlleva la desunión de los humanos.