Translate

domingo, 28 de julio de 2013

El amor puro es el mejor.

Quiero invitarte a que mires esta imagen conmigo.
La encontré en Facebook, y decía que este muchacho se había graduado del colegio y quería darle las gracias a su padre por el esfuerzo hecho para brindarle estudio, además intentaba decirle lo mucho que se enorgullecía de él.
Yo no pude confirmar esta información, pero a decir verdad, lo que menos importa aquí es si el texto que acompañaba esta foto es cierto o no, ya que como muchos dicen por ahí, una imagen vale más que mil palabras.
La primera vez que observé esta fotografía no pude evitar sensibilizarme al punto de las lágrimas, e imaginé el sacrificio de este hombre para poder sacar a su hijo adelante.
Como pueden ver en la imagen, el ‘supuesto padre’ ni zapatos tiene, y al parecer vive en condiciones extremas de pobreza; no obstante el ‘supuesto hijo’, orgulloso de su papá quiso tomarse una foto y quizás exhibirla, para enseñarle al mundo entero que lo importante no es cómo lucen los demás por fuera, sino que lo que realmente vale la pena es cómo son por dentro, y estoy seguro, que si esta fotografía es de un padre e hijo, como lo asumo, el hombre sin zapatos es un ser excepcional.
En sus ojos también pude percibir enorme humildad, y no hablo de pobreza solamente, sino humildad de corazón, con una profunda mirada de bondad, de miedo, de dolor, de sufrimiento.
Y ahora tras mirar estos dos hombres, analizo en los millones de hijos que se avergüenzan de sus padres porque aquellos no lucen como ellos quisieran, tal vez porque los viejos no tienen la clase de sus nuevos amigos, o porque no hablan bien, o no saben mucho de etiqueta, o no visten con los mejores diseños, o hablan demasiado, o muy poco; o mil excusas más que tienen muchos hijos para dejar a sus padres a un lado, y ruborizarse cada vez que estos entran en acción.
Mirando al hombre de la foto, he vuelto a pensar en lo bello que es la humildad del ser humano, sobre todo cuando no está condicionado con el poder, la superficialidad de las altas sociedades, el qué dirán los demás, el ego, la vanidad,  la avaricia.
A pesar de que este hombre dista en demasía de mi padre, pude ver en sus ojos a mi bello viejo, a su amor incondicional, a su esfuerzo de años por darme una educación fundada en valores, a su humildad que lo caracteriza, a su sentido de la modestia y fidelidad de amigo. Y aquí recuerdo una de las frases que mi padre me enseñó desde que yo era muy pequeño: “Siempre saluda a todos con amabilidad y respeto, sin importar si barren la calle o si son empresarios, de todos los seres hay algo importante que aprender”; me repitió mi viejo desde siempre.
Pues es verdad, hoy viendo este hombre de la foto y a su hijo, he aprendido que el amor puro no tiene valor.
Un abrazo sincero para todos y gracias por regresar a leerme.
 

2 comentarios: