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martes, 30 de julio de 2013

¿Ya aprendió a orinar?


Entro a una tienda, compro algunas cosas y pago con un billete. Me devuelven muchas monedas, las tomo con mi mano y las echó al bolsillo. Luego saco las llaves del carro del otro bolsillo, y me voy jugando con ellas en mi mano hasta que me subo al vehículo.
Muevo el radio, toco la palanca de cambios, el celular, la botella de agua que me estoy tomando, y al cabo de unos minutos arribo a donde quiero.
Me bajo del auto, y me encuentro con alguna gente que conozco. Nos saludamos dándonos la mano. Luego sigo mi camino, se me cae la botella de agua al piso y me agacho a recogerla, alcanzando a rozar el pavimento con mis dedos.
Llego a mi destino final, abro la puerta, tomó un lapicero que está a la entrada y anoto mi nombre sobre una hoja en blanco. El portero hace una llamada, y me pasa la bocina del teléfono para que hable con alguien.
Tras la aprobación de aquel hombre, camino un par de pasos más, presiono el botón del elevador, y una vez dentro de este, vuelvo a hundir el número del piso a donde me dirijo.
Me bajo del ascensor, pero antes de ir a la oficina donde me esperan, decido entrar al baño con ansias de orinar.
La mayoría de los hombres entran al baño y se dirigen directamente al sanitario donde dejarán su “agüita amarilla” (como decían Los Toreros Muertos); pero muy pocos se lavan las manos antes de tocar su miembro viril, ya que la costumbre es lavarse después de.
No se dan cuenta que estarán llevando a su preciado amigo infecciones emanadas de las monedas, las llaves, las puertas, el ascensor, las manos ajenas, los lapiceros, el piso, el celular, y mil objetos más que tocamos constantemente y que están llenos de suciedad y microbios, los mismos que se posan sobre uno de los órganos que más limpios deberían estar.
Ir a orinar sin lavarse las manos, es atentar contra la salud personal, o por lo menos así lo considero yo. Claro está, no hay tampoco excusa para no hacerlo después de desahogar aquellas ansias que nos hacen caminar como bailando de lado.
Lastimosamente la costumbre y enseñanza es clara: ¡Lávese las manos después de ir al baño, no sea cochino!
¿Pero estamos siendo limpios si no lo hacemos antes?
Ojalá al orinar recuerden donde estuvieron sus manos momentos antes de tocar su buen y fiel amigo.
Abrazos.
 

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