No quiero
extenderme demasiado en esta nota. Es la una de la mañana del miércoles 14 de
agosto, y me siento completamente agotado, ya que anoche no pude dormir bien.
Sin embargo, hoy sucedió algo de lo que debo escribir, especialmente ahora que
he encontrado un artículo que sustenta lo que quiero contarles.
Este anuncio,
colocado cerca de una mezquita en la ciudad de Spring Beach, en Texas,
manifiesta que los musulmanes no pueden aparcar sus vehículos en un centro
comercial determinado, ya que podrán ser remolcados por las grúas.
Y yo me
pregunto, ¿por qué razón todavía discriminamos a aquellos que tienen una ideología
religiosa distinta?
Pero
lamentablemente la discriminación no solamente se queda en el campo religioso,
sino que además, en pleno siglo 21, sigue existiendo la segregación racial y
étnica, y no sólo en países subdesarrollados.
Esta mañana fui
con mi madre a visitar un médico ya que tiene un fuerte dolor en su pie
derecho. El galeno que nos atendió era un hombre turco de aproximadamente 40
años de edad. Al hablar con él nos dijo que se había graduado en una
universidad de Boston, y que llevaba viviendo en EE.UU desde los 5 años. O sea,
que a pesar de provenir de otro país, aquel hombre era un estadounidense más.
Tras chequear a mi vieja, el médico nos dijo que deberíamos visitar a un
ortopedista, y a continuación escribo sus palabras textuales:
-Aquí en el área
hay dos ortopedistas muy buenos. Uno es negro, pero tiene gran experiencia. El
otro es un americano-, indicó aquel hombre.
Mi madre y yo
nos miramos incrédulos por sus palabras.
-¿Y por qué
aclaras que es negro?-, inquirió ella.
El médico sonrió
nervioso, y luego dijo: -Es que me gusta ser claro con mis pacientes-, excusa
esta que entendimos aún menos.
Sin mencionar
nada más nos dimos cuenta que aquel hombre estaba inundado del mal de la
ignorancia, quizás por la forma en que fue adoctrinado, o tal vez por sus
creencias erróneas sobre la dignidad humana.
A veces tener un
título o varios, no implica que seas un ser educado. Los conocimientos que
puedas obtener a lo largo de tu trayectoria profesional, no te hacen una mejor
persona.
Es triste que
todavía hoy, donde muchos pensamos que vivimos en el futuro, se siga juzgando a
otros por su color de piel, por sus creencias religiosas y por sus gustos
sexuales.
Pienso que todos
los seres humanos somos al final uno solo. Negros, blancos, amarillos, rojos,
cafecitos, (verdes no he visto aún); homosexuales, bisexuales o heterosexuales;
creyentes o incrédulos; inclusive ignorantes y discriminatorios o no, todos
somos uno, y entenderlo es la razón principal de esta vida.
Muchos hablan de
Dios constantemente, pero no se dan cuenta que ese Dios del que hablan está
inmerso en cada uno de nosotros. Todos tenemos a Dios adentro. No hay Dios negro o blanco, Dios feo o bonito,
Dios flaco o gordo, Dios gay o Dios mujeriego, Dios bruto o Dios inteligente.
Todos somos Dios de la manera en que somos. Inclusive aquellos que no creen en
nada, también tienen a Dios adentro.
La discriminación
en general, sea por lo que sea, es un estado de ignorancia que todos debemos
combatir.
Al final, cuando
dejemos de respirar, los blancos y los negros se meten en el mismo cajón de
madera, y lo que realmente hará la diferencia es qué tanto hicimos para mejorar
este cuento.
Un abrazo para
todos, porque todos somos uno.
Hola buenas noches; recien termino de leer todo lo que has escrito desde que iniciastes este espacio. No tengo idea de cómo llegué hasta él; pero agradezco haberlo encontrado.
ResponderEliminarRara vez encontramos personas (especialmente hombres) con la sensibilidad que plasmas en cada uno de tus textos.
Ojalá estos textos puedan multiplicarse para despertar en más almas lo verdaderamente importante, que no es otra que el ser humano.
A muchos nos preocupa (pero a pocos nos ocupa) la carencia de valores, principios y humanidad que a diario se multiplica por todo el mundo como una temida epidemia; supongo que ese es el nefasto precio que hemos tenido que pagar por la "globalización". Gracias por compartir tus palabras y nos seguimos leyendo.