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viernes, 3 de julio de 2015

Renuncio esta mañana.

Salgo de mi casa sin rumbo alguno. Mi único objetivo esta mañana es patear piedritas en la calle, por eso camino alrededor de mi edificio, aprovechando que tengo algunos minutos para mí, y que el sol me acompaña.

He decidido dejar el celular en mi apartamento y salir sin ataduras. Una vez en la calle, me siento totalmente libre. Nadie me podrá localizar ahora. No estaré leyendo mensajes de texto, correos, tuits o noticias. Ahora estoy yo solo, (sin ser esclavo de mi teléfono al menos por algunos minutos).

Respiro con profundidad el día. Los autos pasan a mi lado con ligereza, y me doy cuenta que nadie  camina por estas calles. Pienso entonces, que el mundo a mi alrededor se mueve con prisa, y todos se sumergen inconscientemente en una cotidianidad émula de película de robots. 

Las hojas secas se esparcen sobre las aceras, alfombrando mi paso lento y despreocupado. Las pateo también, pero no con furia o con fuerza. Solo las muevo con mi zapatilla azul vieja y sucia, al igual que muevo con mis tenis algunos pedazos de raíz que se han desprendido de su cimiento.

Un avión pasa sobre mi cabeza muy bajito, reflejándose en uno de los enormes edificios de cristal que se posa en la mitad de la ciudad. 
-¿A dónde irán esas personas? ¿Cuántos estarán allí asustados como me pasa a mí cada vez que viajo?

Miro entonces al cielo y doy gracias por estar en tierra. 

En horas de la mañana falleció alguien conocido, y son momentos como estos los que lamentablemente sacuden mi cotidianidad robótica y me llevan a caminar sin rumbo fijo pateando piedritas. No voy a escribir sobre aquel hombre ahora, ni sobre su familia, o sobre el significado de la muerte o la vida. En este momento solo quiero sentarme a observar el firmamento, a disfrutar una buena taza de café, a afinar mi guitarra, a abrazar mi soledad y decirle que la quiero. 

La vida es corta. Eso lo tengo claro. No vale la pena amargarnos tanto, sufrir tanto, analizar el futuro tanto, vivir en piloto automático durante tantos años. Quiero cambiar mi ruta de vida. Quizás necesito mayor libertad. Quizás es hora de buscar nuevos rumbos. De cambiar de trabajo. De patear más piedritas en la calle. De cancelar mi celular y dedicarme a lo que realmente me hace feliz: vivir conscientemente. 


Buen viaje y buen reencuentro.

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