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viernes, 17 de julio de 2015

La noche: Mierda y paraíso.

Su nombre no importa, tampoco su edad, su nacionalidad, y mucho menos su credo. Lo importante de su historia es que son las 2 de la mañana de un sábado cualquiera, y ella está tirada en un andén, sin comer, abandonada y sin saber qué le traerá la madrugada.

A su alrededor suceden cientos de cosas. Decenas de personas pasan a su lado sin notarla. Las discotecas y bares que se apuestan en la misma calle donde ella yace, hacen que su acera esté abarrotada por borrachines y contentos transeúntes a los que la noche ha tratado con alegría (así sea la que emana el etanol).

Un restaurante conocido de la ciudad se vislumbra en la esquina. En él no cabe ni una sola persona, porque todos quieren comer algo antes de subirse a sus carros y emprender el camino de regreso a casa.

La música, proveniente de los sitios de entretenimiento, suena fuerte en la calle. No sé si ella logra escucharla, o está tan absorta en su delirio, que ni siquiera capta la realidad que la rodea.

Agentes de la policía también se posan a su lado. Los uniformados controlan que la humanidad que divaga de arriba a abajo, no forme problemas, o conduzca bajo estado de ebriedad. Una pareja ardiente, se besa con pasión frente a sus propias narices. Dudo que sus hormonas en ebullición hayan dejado espacio para que sus ojos la contemplen allí tirada.

Y mientras la vida continúa para algunos como paraíso de cuento, la de ella parece detenerse en la nada. Su cara sucia y sus ojos tristes reflejan el mundo dual en que todos estamos viviendo.

Sin expresión facial alguna, ella posa su mirada perdida en el aire. Nadie se le acerca, es más, nadie la ve, y si lo hacen, es ignorada por completo.

Quizás muchos piensen que es tan sola otra indigente en nuestras calles (que pueden ser tus calles); tal vez sea vista como una loca sin remedio que por sus malas acciones ha terminado en la calle (supongo que es posible); pero a la vez, analizo que sin importar su pasado, el presente no se puede ocultar: está sufriendo en medio de todos, y pocos hacen algo por ayudarla.

Su nombre es irrelevante, también su edad, color de piel, afinidad sexual o religiosa. Lo importante es que ella representa a la población que poco importa a esta sociedad llena de carencias, y ávida de protagonismo.

Por cierto, se llama Laura. 

1 comentario:

  1. Su relato, es el retrato de mi ciudad. Donde abundan Lauras con sus historias tortuosas.
    Héctor, su blog es mi compañía.

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