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martes, 2 de diciembre de 2014

6 horas después...

Vivo 6 horas después de lo acostumbrado. He llegado a Eslovaquia en los días recientes, y en esta parte del mundo el reloj ha corrido más rápido que en mi hogar.

Mi cuerpo no se acostumbra todavía al cambio y por eso duermo cuando todos despiertan, y despierto en la mitad de la tarde. (Como ahora mismo, que son pasadas las 5 de la mañana, y en mi organismo son solo las 11 de la noche).

Debido a que me he obligado a adaptarme a los horarios, pasó todo el día somnoliento, apendejado, un poco zombie y por ende cansado.

He disfrutado mucho mi estadía en esta bella tierra, pero estas 6 horas me han vuelto loco (más de lo habitual).

Quién iba a creer que solamente 6 horas pueden afectar tanto?

Mi reloj de muñeca (y no, no tiene una muñeca pintada), marca mi horario pasado. No lo he adelantado porque realmente nunca lo hago. Sin importar el país donde esté, siempre llevo la hora de la ciudad donde vivo. Quizás si lo actualizo a mi rutina, logre acostumbrarme pronto a estas 6 horas en el futuro, y así no esté tan conciente de un horario que ya no me pertenece.

Los primeros rayos de sol ya se asoman por mi ventana, indicándome que no será media noche, y que ya es hora de levantarme a comenzar una jornada que aun no he podido terminar.

Vivo 6 horas después que antes. 6 horas que he perdido y que estoy dispuesto a encontrar. Así que duerme ya, porque yo debo ir a desayunar.

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