Translate

domingo, 21 de abril de 2019

Creatividad y emprendimiento

Hace solo unos días tomé una decisión difícil en mi vida laboral: renunciar al sitio donde llevaba trabajando casi 8 años, y en donde mantenía una estabilidad profesional que me otorgaba tranquilidad. Además de ser una gran empresa (a la que siempre estaré agradecido y vinculado de alguna manera), fue una casa donde crecí en mi carrera, donde obtuve madurez, donde tuve oportunidad de entrevistar a cientos de personajes relevantes en la vida socio política y cultural del mundo actual, y conocer muchas historias de personas que aunque no son tan conocidas, van cambiando al mundo a través de su trabajo social y sus visiones de vida en muchos países de América latina. 

No fue una decisión fácil de tomar, pues es complicado salir de tu zona de confort para lanzarte al vacío sin tener una propuesta de trabajo diversa. Pero lo hice por varias razones, y una de ellas es emprender un camino por mi mismo y lograr que mi experiencia pueda ser útil para muchas personas más.
Vivimos en un tiempo de globalización extrema, donde la tecnología avanza a pasos agigantados y nos permite unirnos en segundos sin importar las distancias, aunque sabemos bien que la mal utilizamos para perder el tiempo en banalidades y alejarnos de quienes están cerca. Pero miremos el ángulo positivo de la misma, y esperemos que de esa forma podamos aprender a controlar la adicción generada a las redes sociales que poco nos nutren.

A través de la tecnología y nuestra accesibilidad a ella, podemos emprender proyectos propios con mucha más facilidad que hace pocos años atrás, ya que ahora nuestros mensajes y negocios pueden llegar a una audiencia mayor si contamos con una buena estrategia de marketing. Aún así, la naturaleza del ser humano es la de aferrarse a la certeza, a la comodidad brindada por la estabilidad, y no la de tomar pasos que nos saquen abruptamente de la rutina planeada con anticipación. Muchos de nosotros tenemos ideas grandes o medianas —pues no hay ideas pequeñas— de montar nuestras propias empresas, de generar proyectos que nos apasionen, de emprender, pero pocos, muy pocos lo intentan debido al temor constante emanado en la duda de no ser exitosos y de perder de un momento a otro lo construido por años dentro de un empleo.

En mi caso, mi trabajo en CNN me apasionó todo el tiempo, y por esa razón fue aún más difícil dejarlo, pero la vida es corta, muy corta, y a veces no nos damos cuenta de que debemos tomar decisiones drásticas que duelen, para mejorar nuestro entorno.
Para muchos, emprender es tan simple como montar un negocio. Pero la verdad es que emprender es mucho más que eso. Es hacer que las ideas nazcan, lanzarse a hacerlas posibles, apostar, ilusionarse, temer el fracaso y aun así fracasar un poco, crecer, avanzar, no quedarse quieto, caerse, levantarse, tener incertidumbre, desear que los días tuvieran 40 horas, saborear los logros y echarle la capa a las dificultades. Emprender es una aventura llena de luces y sombras, pero sobre todo, es el orgullo de poder luchar por sacar adelante algo de la nada, es sentir en las entrañas el miedo por saltar al vacío sin paracaídas. Emprender es ser valiente, tener miedos, dudar, defender una idea, superar barreras, ser inconformista, estar abierto a las oportunidades, afrontar el fracaso, creer en el talento, tener voluntad y ser constante. Ser un emprendedor es crecer como seres humanos a través de la obtención de metas personales. 

—¿Y si fracaso?—, preguntarán muchos.
Les quiero contar algo. El fracaso es el mejor maestro de todos, pues es él quien nos enseña a ser resilientes.
La mayor diferencia entre una persona exitosa y una que aún no lo es, es que la primera ha fracasado más veces de las que la segunda lo ha intentado. El fracaso sumado a la perseverancia es sinónimo indiscutible del éxito.
Yo conozco muy bien a qué sabe el fracaso, pues desde que llegué a vivir a Estados Unidos en mayo del 2001, he tenido que comérmelo a cucharadas grandes.
Fracasé por años en el mundo laboral. Quizá un cúmulo de factores internos jugaron en mi contra, como mi nerviosismo extremo, mi torpeza innata, mi ignorancia en muchos aspectos, mi inexperiencia, y sobretodo la carencia de planificación a la hora de querer realizar un nuevo emprendimiento.

Fui despedido de decenas de empleos, especialmente de aquellos trabajos de mano de obra donde resulté siendo un peligro para los empleadores.
Por mi premura y torpeza extrema quemé un hotel en Nueva Jersey donde trabajaba como mesero, destruí parte de una construcción en Miami cuando laboraba como obrero, inundé la cocina de un restaurante en Nueva York en la que fui cocinero, trabajando como barman en una fiesta de matrimonio, le pegué con el corcho de una botella de champaña a la novia en su bella cara, solo por enumerar unas pocas desgracias laborales.

—¿Eso quiere decir que todo el que intente emprender tendrá que fracasar primero?—, preguntará alguien más.
Absolutamente no. Y de ahí la importancia de canalizar y ejecutar un proyecto de la mejor manera posible, comenzando con la generación de la creatividad, una cualidad de todos que erróneamente hemos confundido con un talento, cuando la verdad es que es solamente un hábito que tenemos que educar en nuestra cotidianidad mediante prácticas sencillas.

Durante los últimos diez años he escrito varias novelas (publicadas y en via de publicación), además un libro de cuentos; y hubo momentos en que la imaginación parecía agotarse y mis hojas quedaban en blanco por largos periodos de tiempo. Entonces tuve que recurrir al estudio de la creatividad y la innovación, descubriendo teorías y prácticas relevantes para retomar las buenas ideas y permitirme volver a llenar mis páginas con historias ficticias leídas por muchos.
Y es por eso que me permito con total humildad contarles que he comenzado a dar talleres y conferencias sobre la manera en que todos podemos adquirir creatividad, y de esa manera tener las ideas apropiadas para comenzar nuestros proyectos de forma satisfactoria, al igual que otras charlas sobre emprendimiento e innovación, pues soy un convencido de que con la debida decision y preparación, es posible generar cambios en nuestra vida laboral.


Los invito a que no teman iniciar sus propios proyectos y emprendimientos, a que se arrojen a intentar dar sus primeros pasos como solistas, a que no se conformen con la estabilidad que en muchos casos no proporciona felicidad, a que salgamos de nuestras zonas de confort en búsqueda de nuestro destino, de ese que está en nuestras propias manos y no en unas ajenas.
Sin que suene a frase cliché, sí es posible triunfar por nosotros mismos con una buena idea y una estrategia para materializarla, y yo he podido ser testigo directo del éxito de muchos casos que he asesorado, y que me enorgullecen, pues la tenacidad, la pasión, la bondad y la entrega son las cualidades que indiscutiblemente nos hacen superiores como raza humana, y nos llevan de la mano por el sendero de la independencia y el triunfo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario