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jueves, 7 de enero de 2016

Luis tiene flores para vos


Su nombre es Luis y en pocos días cumplirá 73 años. Luis nació en Cuba, y lleva más de 10 años viviendo en Miami con su esposa y su hija. Lamentablemente la vida no ha sido fácil para él y su familia.

Luis trabaja en la esquina de la calle 67 con la avenida 122 en Hialeah (Miami). Su labor comienza a las 6 de la mañana, hora en la que tiene que salir de su casa con rumbo a una tienda de flores, donde compra pequeños ramos de rosas, claveles, girasoles y de vez en cuando una que otra orquídea.

Una vez con las coloridas y aromáticas en sus artríticas manos, el viejo Luis se dispone a caminar más de 20 cuadras hacia la esquina donde lleva trabajando por más de 5 años. Allí, sin importar la inclemencia del tiempo, aquel hombre intenta vender sus flores, sabiendo que de ellas depende parte del sustento de sus dos mujeres.

-Mi esposa está muy enferma en cama, y yo soy la única persona que la cuida-, me dice aquel hombre de pocos dientes, y mirada noble.

Luis me comenta que diariamente gana un promedio de 20 dólares, ya que por paquete vendido se lleva para su propio bolsillo un dólar, aunque los fines de semana la venta aumenta, y puede ganar hasta 30 dólares.






En medio de nuestra conversación, el semáforo se pone en rojo, y entonces, aquel experto vendedor de flores aprovecha y se acerca a cada carro ofreciendo sus bellas ejemplares, pero no tiene suerte alguna y no logra despojarse de sus ramos.

Luis no se da por vencido, y confiado en que podrá deshacerse de ellas, levanta la mano y exhibe al aire los girasoles, mientras sonríe a los choferes, esperando que alguno de ellos se enamore de las bellas hojas amarillas que iluminan aquella esquina.



Una vez más la luz cambia a verde, y Luis regresa al andén y continuamos nuestra entrevista no oficial.

Le pregunto cuántas horas se queda allí, pensando que es posible que venda sus flores en un par de horas, pero para mi sorpresa, me dice que se queda hasta las 5:30 de la tarde, y la mayoría de las veces no logra vender la totalidad de ellas, y tampoco puede regresarlas a la tienda.

-Cuando no logro vender algunas, se las llevo a mi hija. A ella le encantan las rosas rosadas-, indica el buen Luis, aduciendo que su primogénita de 42 años, padece una discapacidad mental.

Mi curiosidad permanece, y le pregunto qué hace cuando tiene ganas de orinar, pues no veo alrededor un sitio donde aquel hombre pueda entrar al baño. Luis me dice sin tapujos que orina detrás de un arbolito, y me cuenta también que tiene en un balde una botella de agua y un emparedado para su almuerzo.

Pienso en preguntarle si se cansa con facilidad, o qué hace cuando llueve y tiene todas sus flores, pero las palabras sobran en aquel momento, ya que las respuestas son lógicas y las conozco por adelantado.
Me entristece que Luis, a su edad, esté de pie en una esquina por horas y horas, implorando que alguien le compre una flor.
La mañana en Miami está fría. El viento helado al que poco estamos acostumbrados en esta ciudad, hace que los transeúntes caminen con prisa, pero aquel hombre no tiene opción.
Me despido de Luis con un apretón de manos, deseándole fortaleza y suerte. Él me regala una sonrisa sincera, me desea un buen año y continúa con positivismo y energía en sus movimientos, vendiendo sus bellas flores.
De camino a casa, analizo la importancia de conversar personalmente con la gente que nos rodea. Aprender de ellos el valor del trabajo, y primordialmente entender que a veces nos quejamos por estupideces irrelevantes. Maldecimos nuestros días por razones que a Luis le parecerían una burla.
Con el corazón arrugado, agradezco al universo por mi suerte. Por tener a mi viejo a sus 76 años en casa descansando. Pero también soy consciente que hay millones de personas como el buen Luis, sufriendo las adversidades económicas del presente, y esperando obtener el sustento básico hora tras hora.
Mi abrazo en la distancia es para Luis, por su trabajo, dedicación y amor desinteresado por su familia.
El mundo sería mejor si hubiesen más seres como Luis, y menos políticos que ganan cantidades desorbitantes y son los culpables de que los ‘Luis’ de cualquier país, estén sufriendo tanto.
























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