Hace unos días me
senté con mi madre a observar sus álbumes de fotos, y desempolvar muchos
recuerdos que vienen con ellas. Pasamos toda una tarde viendo aquellas imágenes
grabadas en papeles, y que ella guarda como uno de sus tesoros preciados.
Reímos con algunas, ella lloró viendo otras, y entre suspiros, anhelos y
sorpresas, volvimos a evocar tiempos lejanos.
Entre una de
tantas fotografías, apareció la imagen de una señora (amiga de mis padres) y
que yo no veía desde hace más de 20 años. Al verla un recuerdo agradable llegó
a mi mente, y mi primera reacción fue preguntar a mi vieja:
-¿Esa no es la
señora ‘I don’t know’?
Mi madre entonces
soltó una carcajada, contestando así mi pregunta, y volvimos a recordar una
anécdota de la cual aún reímos, y que ahora quiero escribir.
Resulta que
aquella mujer viajó de Colombia a Estados Unidos a visitar a sus hijos y
nietos, y se quedó allí casi seis meses. Imagino que durante su estadía
vacacional, la señora (de la que no recordamos su nombre), escuchaba muchas frases
en inglés, y hubo una que le llamó poderosamente la atención.
Un día, aquella
mujer preguntó a uno de sus hijos:
-Oye hijo ¿qué significa
‘I don’t know’?
-No sé-,
contestó aquel.
La mujer
entonces pensó para sí, cómo era posible que su hijo, viviendo tantos años en
aquel país no supiese todavía muchas frases en inglés, pero sin darle mayor
importancia prosiguió su camino.
Días después,
aquella curiosa dama, se acercó a uno de sus nietos, un adolescente que hablaba
más inglés que español, y del que estaba segura le resolvería su duda.
-Papito venga pa’acá-,
mencionó la confundida abuela.
-¿Qué quiere
decir ‘I don’t know’?
-No sé
abuelita-, respondió el muchacho, y sin decir nada más, salió rápidamente a
jugar con qué se yo.
El hecho es que
la señora quedó supremamente frustrada pensando, cómo su familia no sabía el
significado de la frase que ella escuchaba con frecuencia.
No contenta con
la negativa de sus allegados, la anciana colombiana siguió preguntando a sus
conocidos sobre la frase que ya no la dejaba dormir, pero para su sorpresa la única
respuesta que escuchaba era: ‘Yo no sé’.
-¿Cómo diablos
nadie sabe lo que significa ‘I don’t know’?-, se preguntaba ella insatisfecha;
hasta que sin aguantar más, hizo una pataleta en un almuerzo de domingo
familiar, y parándose de la mesa, indicó su molestia porque ninguno de los
presentes le daba una contestación válida sobre su duda apoteósica.
Imagino entonces
que todos rieron, y le explicaron que realmente ‘I don’t know’ era ‘yo no sé’,
y que quizás esa noche podría dormir en paz y tranquilidad.
Recuerdo que al
llegar de vuelta a Colombia, aquella señora contó a todos la historia del ‘yo
no sé’, ocasionando risas entre los presentes, y además que la comenzáramos a recordar
como la señora ‘I don’t know’. (Que en paz descanse si ya murió).
-Mami: ¿esa
señora se murió?-, pregunté.
-I don’t know-.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar