Nuevamente un
ataque armado agobia mi ambiente de trabajo. Laborar en un canal de noticias ha
comenzado a debilitarme, tanto física como mentalmente. Día a día, tenemos que
lidiar con el mundo y su entorno loco: Un enfermo de la cabeza que se monta en
un camión y dispara contra la multitud que celebra su independencia, luego embiste
a cientos de personas, dejando a su paso cuerpos desmembrados, sangre, tripas,
y horror por doquier. Un fanático religioso que se explota en un aeropuerto en
medio de cientos de personas que alistan sus maletas para viajar. Tiroteos
contra policías en Estados Unidos, un fallido golpe de estado, una contienda
presidencial amorfa, hambre en un país que solía ser rico, y el que sus
gobernantes ineptos han saqueado; corrupción, dádivas políticas a grupos al margen de la
ley que siguen haciendo daño a la población civil, pero que serán redimidos
como artífices de paz; terroristas que matan con barbarie en nombre de un dios
de mentira, falsedades de gobiernos de turno, verdades distorsionadas por la
avaricia y el amor al poder, maldad, engaños, bombas, sufrimientos, y además, un
grupo de zombies buscando hologramas en calles y parques (lo menos malo).
-Uffff, qué mundo de mierda en el que vivimos-, pienso mientras llego a casa cansado, después de vivir plenamente un día noticioso.
Luego abrazo a mi esposa, hablo con mis viejos bellos, veo fotos de mis hermanas y mi sobrinito mueco, escucho mensajes de algunos amigos, y pienso que a pesar de toda esta hecatombe que nos toca padecer, siempre hay motivos de peso por los cuales luchar y seguir el camino que nos toca vivir.
-Uffff, qué mundo de mierda en el que vivimos-, pienso mientras llego a casa cansado, después de vivir plenamente un día noticioso.
Luego abrazo a mi esposa, hablo con mis viejos bellos, veo fotos de mis hermanas y mi sobrinito mueco, escucho mensajes de algunos amigos, y pienso que a pesar de toda esta hecatombe que nos toca padecer, siempre hay motivos de peso por los cuales luchar y seguir el camino que nos toca vivir.
Amo mi trabajo
desde el primer día, me apasiona lo que hago, me siento orgulloso de mi labor,
pero eso no significa que te vuelvas un robot y que la mala leche de la
humanidad no afecte tu psiquis y debilite tus huesos y fibras nerviosas.
Creo que estamos
viviendo momentos muy caóticos en el planeta, donde extremistas motivados por religión,
dinero y odio, tienen la capacidad y desenfreno de cometer atrocidades, ya que
en sus mentes vehementes piensan que tendrán recompensas.
A veces pienso
en que quiero reproducirme como ser humano, tener una hija (o), ser papá; pero
no puedo evitar sentir un gran temor de traer un ser a este mundo corroído por
la ambición y la maldad, y en donde sé que esa pequeñita sufrirá las consecuencias
de la negligencia y la malévola suciedad, perdón, sociedad que en la que nos movemos.
Sé que hay mucha
gente buena en esta tierra, con buenas intenciones, haciendo en silencio obras
que mejoran el mundo. No dudo que los perversos atrofiados sean menos, pero como
todos sabemos, hacen más ruido que el resto. Y me pregunto: ¿Acaso no es hora
de que las obras bondadosas tengan más eco? ¿Tendremos que acostumbrarnos a la
maldad, al terror, al miedo en que hemos vivido desde siempre? ¿Valdrá la pena
que sigamos trayendo hijos al mundo, cuando hay ya tantos niños desamparados
viviendo aquí? ¿Fracasamos como especie?
Ojalá encontremos
respuestas antes de encontrar a todos los pokemones del juego, aunque lo dudo.
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